Un día cualquiera en Santiago y una junta con amigos derivó en un paseo dominical por uno de los caminos de montaña que rodea la capital.
Un Corolla TE71 con un look perfecto, un rápido Primera P11 con una linda sorpresa bajo el capó, una F150 con un pickup desocupado y yo con mi cámara disparando en movimiento, esa fue la receta para la creación de estas fotos.
De esos viajes que uno no sabe si volverá con vida, pero la pasión por los autos y la fotografía son más importantes y, obviamente, la adrenalina.
Lo genial de poder vivir estas experiencias es que te das cuenta de que hacemos lo que nos apasiona desde diferentes ángulos: unos conducen el auto de sus sueños, otros los retratan, otros acompañan, y así los kilómetros avanzan con una sonrisa en el rostro.
Si eres fotógrafo de autos, debes estar dispuesto a salir por una ventana, colgarte de un pickup, viajar mucho y, por supuesto, divertirte e involucrarte en un mundo realmente lindo.
Pero aún más importante es rodearte de amigos. Los autos pueden ir y venir, pero las amistades pueden quedarse. Vive la experiencia.