Imagina el silencio de un camino de montaña por la tarde, los pájaros cantan, la naturaleza está en paz y de pronto se comienza a escuchar el eco de un motor un tanto agudo en su sonido, pero poderoso y rápido, acompañado del rechinar de los neumáticos acercándose furiosamente.
Es simplemente espectacular ver el hermoso Nissan Silvia S15 derrapando por los caminos de montaña donde es solo el piloto enfrentándose al camino sin mayores distracciones.
El Drifting es un tremendo show visual, la velocidad, el movimiento de deslizamiento, el sonido, el humo. Llevar el auto en ese equilibrio de pérdida de control controlado, requiere una habilidad y entendimiento de la conducción especial. Existe un equilibrio entre la aceleración, movimiento de los ejes, dirección, tracción y también monitorear el comportamiento del vehículo.
Las sensaciones en el asiento del conductor son tremendas, se activan las fuerzas laterales, el movimiento del piloto también es un factor a considerar, acostumbrarse a la pérdida de control y mantener la mente fría, agudizar los reflejos y conocer perfectamente la respuesta del auto a las acciones que uno hace como piloto.
Hacer esto mismo, de noche en un camino estrecho, donde no existe espacio para salir, la barrera te separa de una caída por el barranco, todo esto requiere cierto nivel de locura, pero es una locura sana, una locura que dibuja una sonrisa en tu rostro, esa sensación de adrenalina dura y pura en tu cuerpo, la frialdad y encontrar el disfrute en ello, todo esto es algo que simplemente un artista de la conducción puede hacer.
Lo hacen en Japón desde la década de los 80 y todo el mundo lo ha visto, nosotros al otro lado del Pacífico hemos sido fans de esta disciplina por largos años, el crecimiento de la disciplina ha sido exponencial y hoy en día podemos ver imágenes como estas, pilotos tremendamente experimentados disfrutando y practicando su arte.
Hay algo romántico en todo esto, el drift se convierte en una actividad exclusiva para algunos, los que lo practican y los que tienen la posibilidad de verlo como espectador, una extraña sensación de paz acompaña la noche y la rapidez con la que se mueven los autos.
Fotografiar esto es difícil, primero llegar y estar ahí, encontrar el lenguaje en que se quiere contar esto y realizar las tomas, es un sueño cumplido en realidad, algo que realmente se disfruta hacer, ver y contar.
El drift me llama, esta disciplina me encanta y espero seguir conectado a ella por muchísimos años más.
Gracias por llegar hasta aquí.